Madrid, 1 jun (EFE).- El torero Antonio Ferrera ha incendiado la Feria de San Isidro con una actuación enorme, de suma maestría, inspiración y torería, que le valió para cortar tres orejas y abrir así la Puerta Grande de la primera plaza del mundo, pese a que llegaba con la incertidumbre del personal, preguntándose todavía qué demonios había pasado con el ya famoso lío del puente y el río. Había serias dudas sobre el estado físico y anímico del balear, si realmente estaría en plenas facultades de hacer frente en plenas facultades a su triple paso por San Isidro.
Ferrera respondió como mejor podría hacerlo, en el ruedo y con una tarde memorable, inconmensurable, de ésas que quedarán en la retina del aficionado gracias a su maravillosa inspiración y la enormidad de su toreo. Cortó tres orejas como tres soles y abrió una Puerta Grande tan merecida como incuestionable.
Del resto de la terna, Curro Díaz dejo momentos aislados de mucha calidad con el lote menos claro, en tanto que Luis David anduvo muy entregado, sobre todo con el sexto, al que no volvió la cara después de lanzarlo violentamente por los aires. Ambos vieron ovacionadas sus actuaciones.
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